RANKING: Los fichajes con los que Cruyff dilapidó el Dream Team

Tremendo petardazo el de un jugador de técnica exquisita pero que no contaba con la disciplina futbolística que permite a un compatriota suyo como Luka Modric rendir a estas alturas a un nivel extraordinario, tanto que no descartamos que siga siendo titular del mediocampo madridista cuando el Real gane su 28º Champions o su 3ª Superliga (JAJA). Bueno a lo que íbamos, que Prosinexstki (que así se pronunciaba en las locuciones catalanas) jugaría en la última temporada de Cruyff en el banquillo, donde en los 26 partidos jugados repartió la escalofriante cifra de 1 asistencia. 

Muchos están que no cagan con el modernillo de Bellerín, pero al Barça llegó (aunque más que llegar tendríamos que decir que volvió, ya que se formó en la cantera azulgrana) en la temporada 94-95 un lateral derecho que también militaría en el Betis. Y igual que Bellerín, que en realidad nos da un poco de rabia porque se viste con cualquier chuminada y le queda bien, Sánchez Jara jugó poco en el equipo azulgrana y también lo hizo portando un bigote en el césped. También hemos de decir que el otro referente bigotudo de moda era un señor insoportable al que no le gustaba que le dijeran cuántas copas tenía que beber si conducía: Aznar. 

Hubo un tiempo en el que el Dream Team se llenó de jugadores vascos, con los que el barcelonismo siempre sintió una comunión especial. Txiki Begiristain, Jose Mari Bakero, Zubizarreta, Goikoetxea...jugadores clave de una etapa de éxitos. Eskurza es vasco, pero no puede decirse precisamente que pueda formar parte de esa lista de vascos exitosos. Apenas 19 partidos, solo 5 de ellos de titular, y una demoledora cifra de un 40% de derrotas. Eso sí, compartió el honor de ser, junto con el rumano Hagi, uno de los fichajes más caros de la temporada. 

Tras marcarse un temporadón con la Real Sociedad en la temporada 94-95, Meho Kodro llegaba al Barça por unos 700 millones de pesetas con el objetivo de hacer olvidar las maravillosas tardes de gloria que brindó Romario entre fiesta y fiesta que se pegaba el cabrón en la Ciudad Condal. 

Aunque tampoco se puede decir que el balance del bosnio fuera nefasto, quedó lejos de las expectativas generadas tras su conquista del pichichi el año anterior. 43 partidos y 15 goles fueron los que marcó antes de marcharse al Tenerife, que por aquel conseguía fichar jugadores medio decentes.

Igual que Meho Kodro, Ángel Cuellar se convertiría en una de las figuras más destacadas de la temporada 94-95, en este caso militando en el Real Betis, ese equipo que en general ha caído bien últimamente porque tenía a Joaquín, que lleva dos décadas haciendo chistes malos pero con los que te ríes, y que ahora que se ha retirado pasará a ser el equipo más antipático de la Liga. 

Llegaría a Can Barça con ese aspecto de señor ya mayor aunque apenas tenía 23 años. Algo paradójico porque casi 30 años más tarde conserva casi su mismo aspecto, por lo que ha pasado invertir las tornas y parecer más joven de lo que es en realidad.

Tras dos temporadas con 28 partidos jugados y 2 goles escasos, Cuellar volvió a su casa bética para demostrar que no le faltaba calidad en el terreno de juego. 

Delantero fichado en la 94-95 procedente del Sporting de Gijón, donde valga decir que tampoco es que se hubiera eslomao a marcar goles, su bagaje fue demoledor. 4 partidos jugados, uno de ellos de Copa del Rey, y un único gol. Una temporada más tarde, ante tan abrumadora cifra goleadora se le mandó con un lacito a Albacete, donde tuvo el privilegio de ver jugar a Don Andrés Iniesta. Esto último no lo hemos contrastado en absoluto, pero es bonito pensar que sucedió.

Ahora que se habla de la posible llegada de Darder a Barcelona como una especie de ultraje al Espanyol, nos acordamos de un ambidiestro espectacular que llegó al Barça en la 94-95 procedente de la entidad perica con la carta de libertad bajo la manga. Un balance paupérrimo de 12 partidos y CERO goles jugando como extremo derecho en la Liga, pero un impecable registro de un gol por partido en la Champions League. Básicamente porque jugó un solo partido y tuvo la potra de marcar. Un pufo que se marcharía al año siguiente al Heerenveen holandés, donde iniciaría un periplo dorado por varios equipos, hasta el punto de obtener la nacionalidad holandesa.