La temporada 96-97 es probablemente una de las más infravaloradas entre el barcelonismo, agriado por la marcha de Cruyff (a pesar de dos últimos años infumables) y dividido entre nuñistas y cruyffistas. Una división que afectó a la apreciación que se tuvo del juego del Barça de Robson, que sin ser especialmente espectacular, sí que albergó en su cuenta una gran cantidad de goles (muchos de ellos del fenómeno Ronaldo) entre todas las competiciones, con algunas goleadas sonadas y partidos espectaculares.
Hecho este alegato innecesario de Robson, tenéis que saber que al ya enrarecido ambiente que existía se unió una gestión terrible del césped del Camp Nou, en tan mal estado que solo los brasileños adeptos a jugar al fútbol playa se sentían cómodos o no. No nos hemos molestado en comprobar si Guardiola jugó algún partido en semejante patatal, pero si lo hizo probablemente debió perder varios años de vida por la ansiedad que le produjeron esos socavones en el césped. Y para muestra, el partido que jugaron en septiembre en el Nou Camp contra el Espanyol.
En esa tesitura, el Barcelona se llegó a jugar dos partidos en Montjuic para poder replantar el césped del Nou Camp. El primero de ellos fue la ida de la Supercopa de España ante el Atlético de Madrid, carta de presentación de Ronaldo y en la que el equipo blaugrana golearía 5-2 a los colchoneros.
El último partido hasta la fecha en Montjuic lo disputaría en la ida de dieciseisavos de la Recopa de Europa. Para los nacidos en los dosmiles contaros que la Recopa de Europa era una competición que jugaban los que ganaban la Copa del Rey, y la verdad que tenía su encanto aunque te enfrentaras a equipos de un nivel tan dudoso como el AEK Larnaka de Chipre. Y si no os gusta, peor es la Conference League.
El caso es que el reconocido AEK Larnaka chipriota formó parte de ese último partido en Montjuic, que se solventó con dos goles de Ronaldo (para variar) pero lo que creemos que es más relevante es que el croata Robert Prosinecki repartió ¡1 asistencia! Algo inaudito en el periplo del croata en Can Barça, que se encargó de repartir más pitis en una noche de fiesta por la Ciudad Condal que en todo el tiempo que jugó en el Barça.
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